31 de enero de 2008

Un mal día

Estoy constipada, pero no lo suficiente para coger la baja, sólo de pensar que me han de ver con este careto me pongo mala, más aún. Lo de los pañuelos ya es cosa de pedir un crédito, yo no sé cuantos paquetes llevo ya gastados, tengo en todos los bolsillos algún que otro pañuelo ya usado, de cuando no tengo la papelera a mano, ya sé, es un asco... ¿pero qué puedo hacer? y no sólo es la cara sino la voz, parezco un grajo. Entro con la máxima de dignidad posible, la gente me saluda y me mira, pero no me ven, el primero que si me mira de verdad pone una cara casi feliz "un buen resfriado ¿no?" "pues no: un mal resfriado" y se marcha riendo... buena estoy yo para echarme a reír, sólo con mover los labios, siento en ellos una tirantez horrible... pero, vale, dejemos de pensar en ello, lo cierto es que tengo ganas de trabajar, de estar concentrada en algo... sí, sí... cuando empiezo mi tarea me doy cuenta que mi cabeza no funciona, hasta este momento todo era automático: arreglarme, coger el autobús, mirar por donde piso... pero ahora tengo que pensar, y mi cerebro no está por la labor... vale, de acuerdo, me tomaré un café bien cargado con un montón de azúcar. Está siendo toda una odisea, pero me lo tengo que tomar con tranquilidad pues son todavía unas cuantas horas las que me quedan por delante...

23 de diciembre de 2007

Poder

Recuerdo los primeros días en mi puesto de trabajo (una de mis tareas consiste en llamar a las sucursales que no han enviado su informe semanal sobre ciertas características comerciales para reclamarlo), oía un "compañía tal ¿en que puedo ayudarle?" relajado y amable, pero en cuanto decía mi nombre junto al nombre de mi departamento la modulación cambiaba, se volvía tensa y muy complaciente, de golpe (sin saber porqué motivo) me sentía admirada y respetada, se me daban toda clase de explicaciones y en pocos minutos veía en mi correo el mencionado informe. Era una sensación adictiva, creo que me ponía contenta sólo de pensar que tenía que llamar... pero caí en la cuenta muy pronto de lo que ocurría... yo representaba a sus jefes, aunque yo fuera el último mono (y así se me trataba en mi sección), una vez que me ponía en comunicación por teléfono con alguien que no fuera un directivo o jefe de equipo, mi mensaje era recibido como si yo hubiera recogido todo el poder de quien representaba... si había un castigo, yo podía ser muy bien la chivata legal, por lo tanto era mejor complacerme... claro, que nunca había experimentado que un simple tono de voz, un silencio tenso percibido a través del teléfono pudiera subirme la autoestima de ese modo. Me di cuenta con esa pequeñez de ciertos entresijos psicológicos, ya no del poder que parecen darte cuando te hacen la pelota, que esto si que lo había experimentado tantas veces cuando me habían querido vender algo... éste era otro poder que nunca había tenido la oportunidad de conocer... era la energética sensación de ser la autoridad.

6 de diciembre de 2007

Solos

Los jefes tienen en su autoridad esa magia de lo que atrae, porque representan lo "superior" y al mismo tiempo, repelen porque representan lo "tiránico". En plan "juego" a veces me había imaginado en la oficina al mediodía sola con mi jefe, terminando un trabajo urgente, con todas las mesas con sus ordenadores vacías... cosas de una mente calenturienta como la mía... y, claro, como casi todo, llega el día en que se consolida quizá de la peor forma... entré en su despacho para hablar y ¡vamos! ¡no me quedé callada! le dije todo lo que pensaba de mi trabajo, de mis compañeros, de mi desacuerdo ante algunas formas que tenía él de llevar el departamento... fue cuando me dijo que su avión le esperaba, que ya eran las 2 y 20, entonces me di cuenta que a esa hora no quedaría nadie en la oficina, automáticamente me levanté de la silla, de pronto ya no tenía nada más que decirle, abrí la puerta y me despedí de él de una forma bastante insegura, nada que ver con la valentía que había mostrado hasta ese momento. No pasó nada. Ni en ese momento, ni más tarde. Él me llamó para hacer un recado intranscendental, quizá dando a entender que nada había cambiado. Cuando volvió todo siguió como siempre. Hasta ahora. Era como si mi "pronto" de sinceridad no hubiera tenido lugar, pero para algo me sirvió aquella situación... y es que ya nunca más tuve esa fantasía de mi jefe y yo solos en la oficina... se me quitó de cuajo.

20 de noviembre de 2007

De todo, menos de telefonista

¿Qué cual es la tarea más dificultosa, que necesita de más concentración, inteligencia, iniciativa y rapidez de reflejos? pues no tengo ninguna duda: recepcionista... sí, sí, sólo oír el soniquete rutinario de Eva, su paciencia infinita, sus rápidos dedos para clicar la extensión oportuna en milisegundos!!! sus excusas perfectamente ejecutadas y no demasiado repetidas ante un simple "no estoy" de cualquiera de nosotros, su perfecta memoria para saber dónde ubicar a los pesos pesados ante una llamada del director (que para este no sirven ningún tipo de excusas, hay que decirle exactamente dónde contactar con la persona por la que demanda), etc, etc...

¡Y pensar lo poco valorada que está! ya me gustaría ver a esos arrogantes, que se creen ejecutivos, ejecutar de telefonista un ratito...

Una vez me vi en ese lío monstruoso, por eso escribo sabiendo muy bien lo que digo, Eva estaba de baja y nadie más pringada que yo andaba por allí...¡Dios qué mañana! el teléfono no paraba de sonar, mi capacidad de improvisación se agotaba, el estress me sacudía... fue horrible.


12 de noviembre de 2007

En Murcia, Eulalia

Iván está hoy de buen humor, desde su mesa fija la mirada en su pantalla del ordenador, sonriente me pregunta cosas, yo respondo también de buen humor, se me ha pegado su tonteo... miro hacia la puerta del despacho de Salva (mi jefe) está entornada, de resquicio veo que está muy ocupado y abstraído, andará inmerso en la nueva campaña que parece ser peliaguda pero muy interesante por lo que he podido averiguar... sigo con el tonteo tranquilamente, sin temor a parecer que estamos en el descanso a los ojos de Salva pues es seguro que no se entera de nada porque no reacciona a ninguno de nuestros disparates... "y entonces, ¿hubo o no hubo tema?" me pregunta Iván, "el justito" respondo, "¿eso incluye desayuno?, le respondo con una sonora carcajada... mientras charlamos sigo trabajando con los datos enviados desde las sucursales, no sé dónde buscar la oficina de Lorca "¿dónde está Lorca Iván?" de forma inmediata oigo la voz de Salva "en Murcia, Eulalia".

9 de noviembre de 2007

El Jefe

Manolo está totalmente seguro que le debe su puesto en la empresa a su enorme inteligencia, y piensa que el respeto que le veneran las personas que dependen de él se debe a su clara y lúcida forma de ver las cosas.

Él no es un inocente y sensible mentecato como el responsable de Informática con muchos más estudios pero ganando la mitad que él. Se da cuenta de que su particular manera de llevar el departamento le ha llevado a obtener cada día más apoyo del director de la empresa y se vanagloria de que los empleados que forman parte de su equipo se rompan los cuernos para satisfacer sus demandas, aunque estás a veces sólo sean estratagemas para provocar competición entre ellos y así humillar o ensalzar según sus propios criterios, lo cual también provoca que sea casi imposible que surgan alianzan entre ellos y que los errores siempre sean adjudicados a la persona más prenscindible.

¿No es todo ello un gran signo de su inteligencia?

Manolo cada día sufre más de insomnio y sus relaciones familiares son cada vez más problemáticas, pero cuando entra en el área de su departamento siente una especie de satisfacción cerca de su ombligo, la sonrisa se le encaja en su rostro sin forzarla y entonces ve reflejada su imagen en el espejo y ve a un líder nato, inteligente y perspicaz.

7 de noviembre de 2007

El veneno oculto

Me sonríes y me dices lo guapa que estoy hoy. Te acercas y con aire cómplice empiezas a hablar mal de María, que si la mosquita muerta de María, que si que se creerá, que ya veremos quién ríe el último... "pero me da igual", me dices, "yo no pienso actuar como ella, eso sería caer muy bajo, yo no soy de esa calaña..." cambiando de tono, con cierto aire inocente me dices que me notas algo rara, "parece que se te marcan demasiado las ojeras" sigues apreciando, "¿como te van las cosas con Jose?..." "bien, bien..." te digo, "me alegro" respondes, y con paso firme y decidido te metes en el despacho de Sole, cierras la puerta, detrás de los cristales te veo sentado en la mesa, riendo animado... y pienso en que se te ve muy integrado en la empresa.

4 de noviembre de 2007

No despertar

Despierta

deja de soñar de una vez y aparta la sabana de tu cuerpo
una vez estés de pie ya no tendrás tanta pereza
el frío te espabilará
la ducha te quitará el último pedazo de flojera
y el café hará que te olvidas de ese último segundo de tu sueño
con la mirada perdida sin sueños
te mantendrás aparcada en el tren
después tus pies obedientes te llevarán a la oficina
-Se te ve dormida- te dirán
-Es que hoy deseé no despertar, y un genio dormilón me concedió el deseo-